El cinturón de la verdad, la coraza de la rectitud, el calzado del evangelio, el escudo de la fe, el yelmo de la salvación y la espada del espíritu.
La Biblia a menudo ilustra la vida Cristiana como una batalla en contra del pecado y de Satán. Somos soldados de Cristo en una guerra espiritual (2 Corintios 10:3,4; 2 Timoteo 2:3,4). Como dice la Escritura, “No peleamos contra carne y sangre, sino contra…principados y potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo” (Efesios 6:12). Por eso el apóstol Pablo les recomienda a los Cristianos a “vestirse de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del Diablo” (Verso 11).
Veamos cada una de las piezas de la armadura espiritual y como hacernos capaces de ser victoriosos como soldados de Cristo en nuestra batalla contra “principados y potestades”.
“Estad pues firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad,” dice Pablo. La verdad es el cinturón que mantiene todas las piezas de la armadura en su lugar. Hay dos vías en que la verdad es parte de la armadura de Dios.
Primero, se refiere a las verdades de las Escrituras lo opuesto a las mentiras de Satán. Satán es el padre de las mentiras (Juan 8:44). Jesús dijo, “Ustedes deben conocer la verdad, y la verdad los hará libre” (verso 32). Las grandes verdades de la Biblia- el amor a Dios, la Salvación por medio de la fe en Jesucristo, la segunda venida, perdón de los pecados, la gracia y el poder de vivir por Jesús-estas verdades nos hacen libres de las mentiras de Satán. Satán nos ha hecho creer que somos pecadores, perdidos y sin esperanza. La verdad es que el amor de Dios y la salvación nos hacen libres de pecado y de la muerte.
La segunda vía en que la verdad sirve como un cinturón, manteniendo junta la armadura de Dios, es nuestro compromiso personal con la verdad-viviendo una vida recta, transparente y sin engaños. Integridad y honestidad son vitales para la vida Cristiana. La gente debe saber que ellos dependen en nosotros para ser una persona de verdad y principios.
La coraza de la verdad cubre el corazón y lo proteje junto con otros órganos vitales. La Biblia dice, “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23). Eso es lo que la rectitud de Cristo hace para ti. Te protege en contra de las acusaciones y los cargos de Satanás. La justicia no se compone de las buenas obras que hacemos. La Biblia es clara en que no hay justo, ni aún uno (Romanos 3:10).
La coraza de la rectitud es enteramente la rectitud de Jesús la cual nos da libremente cuando lo aceptamos a Él como nuestro Salvador (2 Corintios 5:21; Efesios 2:8,9; Filipenses 3:9). Es la justicia de Cristo, no nuestra propia justicia, la que nos cubre y nos protege.
Los soldados marchando hacia la guerra deben tener zapatos cómodos. Como soldados de Cristo, debemos ponernos el “calzado del evangelio” que nos permite marchar adonde nuestro Señor nos dirija. El apóstol Juan dice, “El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo” (1 Juan 2:6). Jesús dijo, “Mis ovejas oyen My voz….y ellas Me siguen”(Juan 10:27). Satanás tratara de poner obstáculos en nuestro camino, pero con la fuerza de Jesús podemos caminar hacia adelante, siguiendo nuestro Señor, obedeciéndolo y avanzando el evangelio.
Cuando enlistamos las diferentes piezas de la armadura de Dios, Pablo dice, “Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno” (Efesios 6:16). Cuando Satanás ataca con dudas, el escudo de la fe desvía el ataque. Cuando vienen las tentaciones, la fe nos mantiene firmes siguiendo a Jesús. Somos capaces de soportar los fieros dardos del enemigo, porque sabemos en quién hemos creído (2 Timoteo 3:12).
Esta fe no es algo que viene desde adentro de nosotros. Es un regalo de Dios para nosotros. Él nos da a cada uno una medida de fe (Romanos 12:3). Después a medida que caminamos con Él, esa fe crece y se desarrolla hasta que se convierte en una coraza, protegiéndonos y permitiéndonos vivir una vida victoriosa en Cristo. Esta fue la experiencia de Pablo. El dijo, “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mi; y lo que vivo ahora lo vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20). Y al final de esa vida de fe, el declaró, he peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe” (2 Timoteo 4:7). Esa puede ser tu experiencia también, a medida que utilices el escudo de la fe para desviar todo lo que Satanás envié hacia ti.
El yelmo protege la cabeza, quizás la parte más vital del cuerpo porque es donde se originan los pensamientos y la mente. Cuando tenemos un conocimiento claro de nuestra salvación, no nos dejaremos mover por las decepciones de Satanás. Cuando estamos convencidos de que nuestros pecados están perdonados en Cristo, tendremos paz y nada nos perturbará.
Podemos tener certeza de nuestra salvación? Podemos estar seguros?
Si. “Si confesamos nuestros pecados, Él (Jesús) es fiel y justo para perdonarnos y limpiarnos de toda iniquidad” (1 Juan 1:9). “Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (1 Juan 5:11,12).
La espada el Espíritu es la única arma de defensa mencionada en la armadura de Dios. Todas las otras partes son de naturaleza indefensa. La palabra de Dios, la Biblia, es descrita cómo “viva y eficaz, y más afilada que una espada de dos filos” (Hebreos 4:12). Jesús utilizó esta arma cuando Satanás lo tentó en el desierto. Ante todos los esfuerzos de Satanás para hacerlo caer en tentación, Jesús contestó “escrito está….” Y procedió a citar las Escrituras para destruir las tentaciones de Satanás. La palabra de Dios es verdad (Juan 17:17). Por eso es tan poderosa. Por eso es tan importante que estudiemos la Biblia y nos familiaricemos con sus verdades y con su poder. David escribió, “Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino” (Salmos 119: 105). La espada de la palabra de Dios nos protege y destruye a nuestros enemigo, el diablo y sus tentaciones.
Aunque la oración no es una de las piezas de la armadura completa de Dios, Pablo cierra su lista diciendo, “orando en todo tiempo con toda la oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos” (Efesios 6:18). Aún cuando estamos vestidos con la armadura de Dios, tenemos que bañarnos con la oración. La oración nos pone en comunión y compañerismo con Dios para que Su armadura nos pueda proteger.
No es tan difícil como podamos pensar. Todas las piezas de la armadura se encuentran en una relación con Jesús. Pablo lo dice así: “sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne” (Romanos 13:14). Cuando nos damos a Jesús y nos “ponemos” Su Justicia, nos vestimos con la armadura completa de Dios.
Do you sometimes feel weak? Do you find yourself giving in to temptation when you really want to oveTe sientes a veces débil? Te encuentras cediendo a la tentación cuando realmente quieres vencer? Te has sentido desanimado? Todos tenemos momentos como estos. Pero vestidos en la armadura de Dios, el más débil de Sus hijos es más que vencedor contra Satanás. “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en la fuerza de su poder. Vestidos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo” (Efesios 6: 10,11).